El Sueco... Durante los años de la guerra, cuando yo todavía iba a la escuela primaria, ése era el nombre mágico en nuestro vecindario de Newark, incluso para los adultos a los que sólo una generación separaba del viejo gueto de la calle Prince y que aún no estaban tan impecablemente americanizados como para quedarse como si les hubieran dado un balonazo en la cara ante la destreza de un atleta de escuela media.
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Philip Roth, Pastoral americana
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